Dulces Vacaciones

Si estás en Barcelona durante estas vacaciones de Semana Santa puedes acercarte al Museu de la Xocolata y participar en los talleres para decorar huevos de Pascua. Se utiliza azúcar glass de colores y los resultados son impresionantes. El padrino o la madrina regalan los huevos o las monas a su ahijados y ahijadas el lunes de Pascua. Es una dulce tradición muy extendida en Cataluña y Valencia. Puedes apuntarte al taller para niños con padres o a otro exclusivamente para atrevidos chavales y chavalas de 6 a 12 años.

Solo una cosa más. Es importante reservar con antelación.

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El misterio misterioso de la isla fantasma

Si esta Semana Santa tienes la suerte de viajar a las maravillosas Islas Canarias es posible que escuches historias sobre la Isla de San Borondón. Hay una leyenda que habla de esta caprichosa isla que aparece y desaparece desde hace siglos. Todo empezó en el siglo VI cuando un monje irlandés llamado San Brendán contó que había llegado a una isla desconocida en el archipiélago canario. Al encender una hoguera, lo que parecía ser tierra firme se retorció de dolor, dejando ver que no era una isla sino un pez gigante. Desde entonces muchos marineros han asegurado haberla visto y hasta aparecía en los mapas de la época. Muchas expediciones han buscado la isla, incluso una organizada por Cristóbal Colón, pero no han conseguido encontrarla. Gracias a los satélites, hoy sabemos que San Borondón no existe. Sin embargo en los días claros se puede ver desde Tenerife algo parecido a una isla en el horizonte... ¡qué pena que sea solo un espejismo!

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Un invento lisboeta

 























Si dais un paseo por Lisboa veréis que las aceras están hechas con pequeños adoquines blancos y negros. Es cómo si se hubieran roto contra el suelo miles de tableros de ajedrez para después ordenar las piezas formando dibujos geométricos, palabras o incluso otros dibujos más chulos como delfines o carabelas. Este tipo de pavimento se llama “empedrado portugués” y "calceteiros" a las personas que lo hacen. El origen de este tipo de mosaico es que tras el terremoto de 1755, el Marqués de Pombal mandó reutilizar los muros y piedras de los escombros de los edificios destruidos para convertirlos en adoquines y asfaltar con ellos las aceras de las calles. El resultado tuvo tanto éxito que se exportó este estilo a otras ciudades de Portugal y a sus colonias

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¡Para chuparse los dedos!

En Roma suele hacer mucho calor y nada mejor que un helado para combatirlo. Seguramente esta es la causa por la que los romanos se han convertido en auténticos maestros en la fabricación de helados. No puedes visitar Roma sin probar los gelati (que es como se dice en italiano) más famosos del mundo. Por toda la ciudad verás heladerías con cucuruchos y tarrinas hasta de 100 sabores diferentes, realmente lo difícil será cuál elegir.

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